Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

1.7.08

~ Le pedí que se marchase, que me dejase en paz...

y me lo dejó claro... Del todo claro.

Y cuado no me esperas, aparezco. Aparezco sin que me veas llegar, y cuando más despistada estás, me aferro a ti. Lo tengo claro: seguiré apareciendo junto a ti hoy, igual que lo hice ayer, e igual que lo haré mañana.

Porque sí, porque adoro esas sensaciones.


Llego y noto como tu corazón late en tu pecho, como si a penas cupiese en el espacio que tiene ahí dentro y tratase de escapar, de hacerse hueco ejerciendo presión sobre él. Del mismo modo, noto cómo se acelera, cómo, aunque en el fondo no palpite ni más rápido ni más lento, tú lo notas descontrolado. Y no sabes que hacer para calmarlo, para que vuelva a estar como antes de mi llegada.

Llego y noto como se entrecorta tu respiración, cómo se convierte en algo irregular, y cómo, aunque insperes y expires, notas que te falta el aire, que no llega a tus pulmones, que te falta el oxígeno, que no sirve de nada que hagas esos esfuerzos. Y sigues tratando de conseguirlo, acelerando tu respiración, pero eso no sirve de nada, hasta que no respires pausadamente, no lo lograrás...
Y no sabes que hacer para decelerarlo, para que vuelva a estar como antes de mi llegada.

Llego y noto cómo te tornas intranquila; me fijo entonces en tus ojos, expresivos, como siempre, preocupados como tan sólo lo están cuando te abrazo fuerte y firmemente. Noto tus nervios, como si tratasen de contener un depósito de adrenalina que trata de escapar. Noto tus ganas de gritar, de correr, de llorar, de reír, de sentirte liberada...

Y es todo eso lo que me gusta, lo que sólo yo puedo conseguir en ti. Por eso sé que no me iré, y que una vez consigas deshacerte de mí, me esconderé en las sombras del siguiente chaflán, esperando tu llegada.


Esta ansiedad me va a volver loca con su pequeña obsesión... ¡Me trae de cabeza!, y no hay manera de conseguir que se vaya; no se rinde ante ningún tipo de chantaje, y me aborda cuando estoy sola, en mitad de la calle o en mi casa, sin miramientos. Veremos si termina aceptando que no quiero nada con ella, que no me gusta, que no me va su forma de ser... y si no lo acepta, tendré que hacérselo entender, digamos, con otros métodos que me puedan defender.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me guuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuustaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Seguiré muy de cerca tus historias.