Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

2.7.08

~ ¿Las Crónicas de Narnia?? Sí, gracias

Y no todo aquí va a ser hablar de manera metafórica, figurada y rebuscada... también en mi vida, como en la de todos, las cosas a priori más sencillas, más banales, tienen valor. Es más, tienen mucho valor (¡y según el momento, ¡incluso más aún!).

¿A caso la vida de cualquier mortal, de algún mortal, se reduce a cuentos de amor y desamor?,
¿a princesas dichosas y princesas desdichadas?,
¿a paseos conmovedores y reconfortantes y otros solitarios y repletos de tristes divagaciones?,
¿a demás parafernalia salida de una mente a veces segura, muchas insegura, a veces feliz frente a otras que parece sumida en un abismo oscuro como la noche?

-No, señores, no.

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Hoy, sin más preámbulos, voy a hablar de cine. Sí, de cine, tal como suena. En realidad, no trataré de él a grandes rasgos, ni hablaré de su historia, ni de lo que supone o implica, ni utilizaré un tono crítico, ni mucho menos... Al fin y al cabo, ni soy ni pretendo ser (o aparentar ser) una experta cinéfila.
Tan sólo voy a hablar de qué me gusta del cine, o quién me gusta, lo que me gusta o lo que me hace vibrar... Hoy hablaré de algo muy particular; en próximas ediciones, ya se verá...

El tema que voy a tratar me vino ayer noche a la mente por una conversación que tuvo lugar ya bien entrada la noche:

Laia Álvarez dice:
¡quiero ver las Crónicas de Narnia!!
Interlocutor de agradable conversación dice:
eso es una caca
Laia Álvarez dice:
creo que mejor que ahora, mañana te explico por qué me gusta...

Así que aquí estoy, dispuesta a explicaros, y en especial al interlocutor de agradable conversación, por qué quiero ver Las Crónicas de Narnia.


Sin más dilación, introducción o preámbulo, os diré qué me vuelve loca. Un día, estaba en casa de mi prima, cuidando de sus hijos mientras ella, junto con su marido, se había ido de cena con más amigos. A la hora pertinente, mandé a los niños a dormir. Y empecé a ver qué hacían en la tele, principalmente, en el satélite, que hay más variedad (y mejor programación que los programas del corazón de los sábados por la noche de la televisión nacional).
No había nada interesante, y empezaba Las Crónicas de Narnia en ese momento, así que... me puse a verla, no había nada mejor.

Al principio parecía que no estaba mal... luego estaba yo como loca en el sofá con las escenas que sabía que iban a tener lugar. ¿Por qué? Pues porque las batallas, el cine épico, me encanta. Para mí es lo de lo mejor que puedo ver, me apasiona.


Dos ejércitos, uno frente a otro, formando sus filas.
El capitán animando, dando valor a los suyos con los discursos previos al enfrentamiento, paro ya en el campo de batalla.
Esa distancia mínima pero suficiente entre ambos, ya se ven unos a otros, y llenan ese espacio de odio, ira, amor propio, dignidad, lealtad y mil sentimientos, todos diferentes y todos válidos.

Y justo en el momento indicado, ni antes ni después, ambos salen al encuentro, a la carrera. Unos cabalgando nobles corceles, otros sobre sus pies, algunos en la retaguardia cargando catapultas... Lanzas, espadas, arcos y flechas, escudos.
Es entonces, cuando ves cómo se van acercando, poco a poco, hasta que ambos ejércitos se chocan, se cruzan, sobreviviendo unos, malheridos otros; los menos afortunados, yacen en el suelo. La escenas se van alternando, mostrando diferentes imágenes a cada momento; así hasta que de un modo o de otro, la batalla termina.

Algunas veces, cae el enemigo, sin más, otras parece que aquellos que luchan por el bien, al luz, la libertad, están a punto de quedar sometidos ante las tropas enemigas, pero llegan entonces los aliados, aquellos que no pudieron estar en el lugar a tiempo, y logran así ayudarles y acabar con quienes habían estado a punto de alzarse con la victoria... Otras veces, nunca ocurre esto, y los buenos son los que pierden...



Y es por eso por lo que me gusta Las Crónicas de Narnia, igual que me gustan casi todas las películas de batallas épicas (o bélicas, sí, también me gustan)... Me da igual que sean de fantasía, como El Señor de los Anillos, o pertenecientes a los clásicos griegos, como es el caso de la película de Troya... Si hay una batalla de esas que te hacen levantarte de tu sitio, sea en el cine, en casa, o en casa de tu prima, sobra...


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