Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

28.11.11

~ Una historia más - IV

~ Una historia más - III


-¿De qué te ríes?
-De nada -me contestó él.
-No, dime...

Él se limitó a reírse... Así, tal cual, soltó una carcajada en mi cara.

-Te estoy hablando en serio -contesté de malos modos, porque el cabreo que se había evaporado con aquella expresión suya estaba reapareciendo-. De qué coño te ríes, va... Dímelo.
-De ti.
-¡Ah, mira qué bien!
-¿No querías saberlo?, pues ahí lo tienes. Me río de ti.
-¿A qué viene eso?
-A que me encanta la forma que tienes de reírte cuando te has picado conmigo y hago o digo alguna chorrada.

Claro... Es evidente. Se me quedó otra vez una cara de tonta que no tenía precio. Embobada...

-La verdad que no sé para qué te mosqueas, si no tienes carácter para mantenerte en tu sitio conmigo... Siempre te gano... consigo que se te pase antes de que te des cuenta.

No sé cómo lo hace, pero siempre consigue cagarla en el momento en que me tiene rendida con sus frases tiernas con una de las que se podría haber tragado. Ahora sí que iba a durarme el mosqueo toda la noche, aunque sólo fuese por cabezonería mía... ¿Pero de qué va? Encima lo dice con esa sonrisa de suficiencia que tiene. Lo peor de todo... es que mira que me gusta, y mira que tiene razón.
En eso de que a las mujeres se les gana con la simpatía, en mi caso al menos, es cierto de principio a fin. Y su simpatía, aunque peculiar, es innegable. No paro de reír con él. Pero hoy no; hoy se ha ganado ver la mala leche que puedo llegar a tener.

~ El tiempo

– Contigo el tiempo no pasa.

– ¿Qué quieres decir? –me preguntó.

– Eso, que contigo el tiempo no pasa. Que se para –contesté con una sonrisa cándida.

– Sigo sin entenderte…

– En el reloj las manecillas dejan de girar. Los segundos no cuentan, ni los minutos, ni mucho menos las horas. Como en la escena de aquella película, en la que todo se quedaba parado: las personas se quedaban en la posición que estaban, no hablaban, no pestañeaban, no respiraban… no se movían, joder. El tiempo no pasaba, se había parado. Eran las once horas, veinte minutos y seis segundos y al cabo del tiempo, en esa escena, seguía siendo esa hora…

– ¿Pero qué pasó a las once y veinte?–interrumpió él; comenzaba a exasperarme.

– Me da igual las once y veinte que las ocho y media… Es sólo una puta hora… qué más da. Lo que quiero es que entiendas de lo que te hablo… Te decía que todo se paraba, el tiempo se paraba, los relojes no corrían, no seguían su curso habitual, que no había tic-tac porque se había esfumado. Sólo que el tío seguía haciendo su vida, dejándolo todo apartado, viviendo, hasta que decidía retomarlo… y cuando lo retomaba, el tiempo no había pasado.

– Creo que empiezo a entender la idea… Sí, lo que le pasaba al tío ese, sí. Lo que no sé es que tiene que ver conmigo.

– Pues eso mismo, que contigo me pasa igual que en esa escena, que el tiempo no ha pasado.

– Joder, Laia. Claro que ha pasado. Han sido diez años. Diez putos años sin saber de ti. Que sí, que se dicen pronto, son sólo cuatro letras… Pero hay que vivirlos, eh... No pasan entonces tan rápidos. Ha habido momentos que se me han hecho duros, acostumbrado a tenerte ahí. Pero han pasado, no digas tonterías.

– No estás entendiendo nada de lo que te estoy diciendo. No me entiendes.

– Sí, te entiendo. Dices que el tiempo no ha pasado, pero sí que lo ha hecho.

– ¡Que no, joder! A ver si te enteras. Escúchame esta vez, pero de verdad… no me vale que te conformes con oírme… Escúchame y piensa en lo que te digo. El tiempo no ha pasado, porque sí, han sido diez años, que, por cierto, para mí tampoco han sido tan fáciles ni han sido coser y cantar en un mudo de caramelo donde todo era fantasía, joder. El tiempo no ha pasado porque sigo sintiendo lo que sentía hace diez años, como si el último día que te vi hubiese sido ayer, con la misma relación, con el mismo cariño… No se ha perdido nada de lo que había a pesar del tiempo, a pesar de la distancia, a pesar de lo que hemos cambiado, a pesar de la gente que ha pasado en todo este tiempo. Todo sigue igual, como si el tiempo se hubiese parado para nosotros… Es la escena que te comentaba, sólo que todo se ha movido en nuestras vidas, salvo nosotros. No somos el protagonista, que hacía su vida mientras lo demás quedaba estático; somos el fondo, aquello por lo que la vida ha pasado, pero que no lo ha hecho en nuestra relación, hasta que el destino ha cruzado nuestros caminos otra vez, que todo ha vuelto a la vida como si nada... ¿Me entiendes ahora?

– Sí, creo que sí… Creo que empiezo a entenderte…

1.2.11

~ Por ti

Sí, esto va por ti.

Por ti, que siempre estás ahí.
Por ti, que me haces sentir única, especial, importante.
Por ti, que consigues que vea la luz cuando no consigo ver más que oscuridad.
Por ti, que confías en mí.
Por ti, que guardas mis secretos.

Por ti, que me apoyas cuando más lo necesito, cuando no encuentro otro apoyo y no consigo tenerme en pie, cuando compartes lo que pienso y cuando no me entiendes ni te gusta ni aceptas lo que pienso pero sabes que es lo que quiero.
Por ti, que valoras cada mirada, cada palabra, cada gesto y sabes leer en ellos todo lo que pienso, lo que te quiero decir, sin equivocarte, sin ningún error.
Por ti, que me escuchas siempre que lo necesito, bien riéndote conmigo, bien dejándome llorar en tu hombro, bien compartiendo preocupaciones, bien secándome las lágimas.
Por ti, que encuentras en mí cosas que jamás habría pensado encontrar, me valoras y me das la confianza que tantas veces me falta.
Por ti, que ves lo que otros no ven.

Por ti, porque me da la gana.
Por ti, porque te quiero.

GRACIAS por todo.

19.1.11

~Déjame...

Déjame en paz, vete, vamos.
Que te largues, joder, que ya está bien.
Déjame tranquila. ¿No entiendes que no quiero tenerte a mi lado?
Me molestas, y sin duda, sobras aquí.

Me he cansado. Me he cansado de tenerte a mi lado, repitiéndome una y otra vez las mismas mentiras, haciéndome soñar con cosas que jamás serían reales, convenciéndome de que todo era lo que parecía.
Lo conseguiste. Conseguiste que me lo creyese, que pensase cada día que pese a todo realmente me querías. Tuviste que reírte, ¿no? Te descojonarías de mí, de mi ingenuidad, de mis ideas infantiles y mi ridícula obsesión con los sentimientos.
Yo te hablaba, abría mi corazón cuando nos quedábamos a solas, divagando en un principio y hablando de sentimientos, vivencias y pensamientos tan profundos. Ahora veo que lo tuyo no era más que una pose. Todas aquellas historias fantásticas tan apasionantes y arrebatadoras que contabas, ahora he visto que no eran más que fantasías... palabras, cuentos chinos con los que convencer a una cría ingenua de que podía confiar en ti, cuando nada podría haber sido más lejano a la realidad que todo aquello.

Ese que creía conocer, aquel del que sabía toda una vida, aquel del que conocía la forma de pensar, los gestos, sus medias palabras... su todo... Ese no existe, ha resultado ser tan solo una ilusión. Ahora que por fin he abierto los ojos, estoy destrozada, y a ti te da igual...
Te da igual dejarme así, y te ha dado igual todo este tiempo ver mis gestos cuando me ibas haciendo magulladuras en el corazón. Sí, claro, ahora entiendo que es normal que no me haya dolido tanto como habría podido esperar que me rompieses el corazón... no es raro teniendo en cuenta que ya me lo habías roto poco a poco. Lo de hoy no ha sido más que el golpe que ha hecho que los pedazos se separen.

Y lo que menos entiendo es qué has querido sacar de todo esto... No creo que fuese por el dinero, porque te sobra y a mí me falta. ¿Amistades? Tampoco, tus amigos son más importantes que los míos para hacerte despegar en tu carrera como solías decir... aunque quizás eso también fuese mentira. Por más que lo pienso, no veo ningún beneficio que pudieses obtener de mí.
Aunque, pensándolo bien... quizás sí. Quizás ha sido tu forma de alimentar tu orgullo, tu sentimiento de grandeza, tu varonilidad, viendo cómo caía rendida a tus pies hicieses lo que hicieses, cómo conseguías convencerme de cuanto te interesaba, cómo estaba a tu merced. Eso ha sido todo lo que has sacado de mí. Y mi amor que, aunque ahora me duela tan sólo de pensarlo, era incondicional.


Sí, se acabó. Ya he tocado fondo. Me has hundido, pero por más que haya sido en tus manos una muñequita frágil, voy a crecer, voy a subir como la espuma, voy a demostrarte que soy más fuerte que tú. Esto no es venganza... Ya sabes que no me van los platos fríos. Es cuestión de orgullo: acabo de encontrarme con mi amor propio, que habías escondido en un rincón.
Pero, de momento, déjame, vete lejos de aquí. Lárgate y déjame tranquila, porque tengo mucho que hacer y no quiero perder ni un segundo ni pensando ni viéndote ni oyéndote ni sintiéndote a ti.

18.1.11

~ What's the matter with you?


Mika - Blue eyes




Come, sorrow is so peculiar...
It comes in a day, then it'll never leave you.
You take a pill, wonder if it will fix you;
then, wonder why sorrow has never left you





Últimamente la pongo una y otra vez en el coche, y no sé por qué. Lo que sí tengo claro es que ese ritmito me llena, me invita a cantarla y me evoca mucha ternura, quizás por ser consciente de que bien podrían haberme cantado algo parecido.



PD: ¡Qué grande Mika!

~ Amigas

Me metí en la cama dándole vueltas a todo, rumiando unos temas y otros, un tanto agobiada. Para colmo, llevaba una temporada con la ansiedad aferrada a mí, pese a que no había querido confesárselo ni tan siquiera a mi almohada. Traté de dormir, pues hacía ya rato que habían dado las doce; es más, pasaba de la una. Pero con la cabeza hecha un hervidero de ideas como estaba en aquel momento, era inútil tratar de conseguirlo.

En un principio, cuando sobrevenía alguna de aquellas ideas al primer plano de mi mente, trataba de devolverla a su lugar. Ya tendría tiempo al día siguiente para pensar ello. O unos días después, quizás. O no pensar en ello, sin más... La cuestión era apartarlo todo durante la noche. Pero pasado un rato, cuando ni tan siquiera yo puedo saber cuántos pensamientos distintos atacaban al compás, fui imposible no dejarme llevar por ellos.
Qué lástima no haberlo podido evitar, la verdad. Creo que no tardé más de un par de minutos en ponerme a llorar... Sí, otra vez estaba igual. Siempre el mismo tema. Siempre el dichoso tema.