Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

28.7.08

~ ¡Y otra vez igual!

Hay veces en las que parece que todo marcha por el camino correcto, que crees que esta vez sí, que puedes, que ya está casi todo hecho, que sólo hace falta un poco de tiempo, a penas nada... te das cuenta que de un día para otro todo puede derrumbarse, cambiar, y dejarte como si nunca hubieses sentido nada de todo esto.

Un fin de semana ha conseguido echar por tierra, como si de un castillo de naipes se tratase, todo lo que había conseguido reconstruir en dos largos meses, infinitos sin ti; sólo con verte en mis sueños, sólo soñando con palabras absurdas que mi subconsciente ha decidido poner en tu boca, sólo con recordarte, sola, sin querer...
Así me descubro llorando, sintiendo como unas lágrimas imprudentes y fuera de control se lanzan a un abismo resbalando por mis mejillas.


De fondo, siguen sonando todas aquellas canciones que un día sonaron estando a tu lado, y que hoy, y no ayer, y quizás tampoco mañana, pero que hoy tan solo me recuerdan a ti, y a todo lo que un día fue nuestro.



Odio los recuerdos, odio ser tan sentimental, te odio y me odio por ello.

~ No va a volver a pasarnos esto


La Habitación Roja - El eje del mal

Y aunque diga todo esto, pensar, lo que es pensar...
...si es que ya ni sé lo que pienso.

19.7.08

~ Análisis

Miro las cosas con cierto recelo, tratando de analizarlas y hacer una correta clasificación y ordenación previa.
No sé si es que no me atrevo, no me quiero atrever, no puedo o directamente no sé cómo hacerlo; trato de cambiar el modo de enfocarlo, y lo consigo, y desde esa otra perspectiva, sigo viendo el mismo fondo de la situación aunque cambien ciertos, muchos, algunos matices.

Ya no sé si lo que tengo que hacer es cambiar nuevamente el punto de mira, pues no he encontrado aún el que se ajusta a mis necesidades, o directamente cambiarlo todo.



Hay veces que pienso que cuando nacemos, en lugar de un pan, deberíamos venir con un libro de instrucciones bajo el brazo, para que cuando llega el momento en que tenemos que tomar nosotros las riendas sepamos cómo hacerlo.

18.7.08

~ A ti...

Sí, a ti, a ti quería dedicarte una canción.

Pero por más que lo intento no lo consigo; y no por no encontrar una, sino por encontrar demasiadas. Demasiados pensamientos, demasiadas ideas, demasiadas dudas, demasiados recuerdos, demasiadas noticias, demasiadas cosas esperadas y demasiadas cosas inesperadas. Demasiado de todo.


Siempre he sido un hervidero de emociones y sentimientos, de una manera u otra enfrentados, pero totalmente lógicos uno junto a otro. Siempre ha dominado en mí el corazón a la razón, que era generalmente quien contradecía y me hacía dudar, la causa de mis sensaciones encontradas... Pero hoy, sin pensar a penas, me doy cuenta que es ahora mi corazón quien se está volviendo loco, enfrentando él mismo los sentimientos, las sensaciones, sin dar pie a la lógica ni a la razón a mediar en esa tempestad.

Quizá parezca esto más una maraña de palabras y de ideas que cualquier otra cosa; pero de verdad que es lo que tengo aquí dentro hoy, y lo que tengo desde hace unos días.
Sólo espero que poco a poco se vaya calmando todo.
Mientras tanto trataré de que mi corazón, él solito, organice un poco las cosas en sus dominios; que se aclare de una vez y elija un sentimiento o dos para cada cosa o persona, pero no doscientos cincuenta y tres mil ochocientos setenta y seis a la vez.

¡Un poco de paz, por favor!

~ Felicidad

Ya no sé si hoy o ayer, por este desorden temporal que tengo que me impide saber a ciencia cierta en qué día del mes estoy, qué día de la semana, y cuándo me ha pasado cada cosa, entre otras muchas cosas, pero sé que encontré esta foto dejándome llevar por la red de redes.


Una tortuga comiéndose una fresa, sí, así de sencillo, pero me transmite una de cosas. Lo más probable es que al animal le diese igual encontrarse ante una fresa, una mora, un trozo de lechuga o cualquier otra cosa, y que la forma que se dibuja en su boca no sea otra que la que su estructura ofrece, pero.. ¿no la veis sonreír?
Las sensaciones que me hace llegar esta imagen son increíbles, me hacen sonreír, me contagian una cierta ternura, un valor hacia lo sencillo pero a la vez importante de la vida del que a veces todos, toda la sociedad, nos olvidamos.

Recuerdo aquellos días en que con un par de golosinas era la niña más feliz de Alicante, de España, o incluso del mundo... Cuando llegaba el cumpleaños de un compañero de clase, y en durante las clases de la tarde, generalmente allá a las 16.15-16.30, salíamos al patio, acompañados por nuestro tutor, tutora, o el profe al que le tocase en ese momento aguantarnos, y el cumpleañero, ese personaje estrella del día en cuestión, se ponía a repartir bolsas de chucherías a todos los compañeros, e incluso alguna vez caía algún juguetito de estos de todo a cien en la bolsa... ¡Y no había nada mejor!!
La última media hora, incluso más a veces, del día, jugando en el patio, vacío para nosotros mientras el resto estaba en clase, corriendo, jugando y, encima, con chuches.


A veces echo de menos aquella facilidad para ver lo increíble de todo lo que pasaba y de todo lo que tenía, que no era ni una cuarta parte de lo que tengo hoy.

[Aunque, todo sea dicho, hayan quedado por el camino cosas y personas que no volverán y que siempre recordaré...]

11.7.08

~ Nudos

Hace algún tiempo que ando dándole vueltas a algunas cosas. Quizás a demasiadas....

Pero de verdad, qué satisfacción se siente cuando ves como la madeja que tienes en la cabeza bien entrelazada comienza a deshacerse, poco a poco, viendo así cómo todas aquellas cosas sin sentido comienzan a cobrar forma, aunque muchas veces cueste hacerse a la idea.



Es como los típicos nudos que le pides a tu amigo, al que tienes a tu lado, que si te puede echar una mano, porque no sabes cómo empezar siquiera a deshacerlo, y ves cómo pidiéndole ayuda, el nudo termina deshaciéndose con una facilidad que ni tan siquiera podías imaginar.

~ El valor de los detalles

En nuestra vida, hay miles de cosas importantes, miles de pequeñas cosas que merecen la pena, que hacen que cualquier cosa tenga sentido, que toda nuestra vida tenga sentido. Porque nuestra vida no cobra forma a partir de los grandes acontecimientos, sino de las pequeñas cosas de nuestro día a día.

Y todas esas cosas se resumen en realidad en una: amor.
¿Sabes?, se llama amor, aunque muchos no entiendan esto. Lo que pasa es que casi todo el mundo se olvida de que el amor es algo más que el tener a alguien de quien estás enamorado, que lo está de ti; algo más que aquellas palabras que dedicaban los poetas del romanticismo a aquellas mujeres que anhelaban; algo más allá de los tópicos que siempre...
El amor lo es todo. El amor es ver a un niño jugando en el parque y que se te dibuje una sonrisa; es que veas a un amigo llorar, y se te parta el corazón; es que llegue la madre a casa y lo primero que haga sea darle un beso a su hijo... Todo es amor.

8.7.08

~ De viaje... ¿otra vez?

Una vez fui a Italia, concretamente a su capital. En realidad no hace mucho de aquello, ni tan siquiera hace un año, pero me siento tan diferente desde aquel viaje, que me resulta sorprendente que haya pasado tan poco tiempo... Veo aquellas fotos, y me parece que la chica que me mira desde mis fotos, es otra que quedó atrás. Probablemente, cualquier persona vea a la misma tanto dentro como fuera de la pantalla de mi ordenador, pero desde dentro todo cambia.

Me prometí volver a Roma; de hecho, tiré una moneda a la Fontana di Trevi, como bien manda la tradición, asegurando así mi vuelta. Contaba con hacerlo esta segunda vez como un viaje en compañía, con alguien especial, quizás... pero pensándolo ahora, creo que iré sola, a disfrutar de aquella ciudad llena de miles de rincones capaces de enamorar y mil callejuelas por las que perderme, las cuales me llaman a gritos.



Sí, está decidido, vovleré sola, con una maleta medio vacía que traer de vuelta cargada de cosas que tan solo parecen existir allí.

~ Cayó la noche

Ayer noche, ya hecha un lío entre mis sábanas, me acordé de ti.
Sonaba de fonde Bola de Cristal, de Los Fresones Rebeldes, y comenzaron a dibujarse en mi cabeza imágenes de las que tú y yo fuimos protagonistas, pero rápidamente sustituídas por siluetas de lo que podríamos haber sido.

Sentía como si aquella situación no fuese nueva... Y es que no lo era. Dos veranos dando vueltas entre calor, recuerdos, futuros inciertos y palabras susurradas. Recuerdo las tuyas, tus palabras, todo aquellos que me decías, que me escribías, con las que me acariciabas; las repito en pensamientos, las susurro a la noche que no me deja dormir, las grito en silencio, trato de borrarlas, de no tenerlas memorizadas como los niños tienen aprendida de carrerilla la lección, para ver si así dejan de correr de aquí para allá.
Todo porque las palabras referentes a lo académico, las olvidamos a penas hemos terminado el examen (o incluso antes del mismo), las palabras que no nos importan, a penas causan efecto en nosotros, las palabras de consuelo nunca las olvidamos, ni las queremos olvidar... En cambio, las palabras de amor se nos graban como a fuego, y por más esfuerzos que hacemos por borrarlas, se quedan ahí perennemente...


Ayer noche, ya hecha un lío entre mis sábanas, me acordé de ti. Me acordé de ti y de tus palabras, de todas aquellas palabras caducadas.

~ De película - I

Hay cosas que sólo pasan en las pelídulas, por mucho que queramos verlas y tenerlas en nuestra vida real. Por eso esto es De película, aunque más de una vez podría ser De novela, pues muchas ya estaban antes escritas que fotografiadas; aquí dejo la primera. Supongo que pondré muchas más, pero mejor vayamos poco a poco. Y que quede claro: adoro que, aunque tan sólo sea en la ficción, en la mente de un loco escritor, existan.


__________

Dime que quieres que sea y lo sere por ti.
El Diario de Noah.-

~ Agua, y más agua

Siempre me tiro a la piscina dando (o, más correctamente, intentando dar) una voltereta, y comienzo a bucear, tocando fondo, sintiendo la presión del agua sobre mí. Nunca me ha gustado nadar; desde pequeña ha sido bucear lo que más me ha gustado, moviéndome con mucha más soltura bajo en agua que sobre ella. Allí dentro todo cambia, se ve de una menra diferente, el sonido se camufla; el silencio que hay allí te abriga de una manera diferente, no es comparable a ningún otro.


En algunos de esos días, me apetece tirarme y quedarme allí abajo, pues me siento demasiado a gusto. Me despreocupo, me abstraigo de todo, estoy sola pero sintiéndome protegida, noto el agua acariciarme la piel, veo como juega con mi pelo, aquel silencio tan lleno... Son mil cosas, sensaciones y sentimientos que se entrecruzan haciéndome sentir viva de una manera diferente allí dentro, bajo la superficie del agua.

Hay días que son peores, y me apetece tirarme a la piscina y no salir más, sino hundirte. Allí dentro no se ven las lágrimas, y si lloras, nadie lo nota... ni nadie oye un suspiro en aquel silencio cargado. Por suerte, estos son los menos... y cada vez tienden a una proporción menor.

3.7.08

~ Autoimposiciones

Me apetece dejar de darle vueltas a todo.
No, ya no eso... Me apetece dejar de aparentar, dejar de intentar ser la chica, ya no perfecta, pero sí la que tiene una respuesta adecuada para todo, o que la intenta tener; que siempre pone una buena cara, aunque tenga ganas de dar la espalda; que siempre termina sientiéndose culpable de todos los problemas, porque los demás siempre tienen que hacerlo bien, claro...

Y hay veces que me apetece salir de ese canon marcado por mí misma, autoimpuesto.


Hoy me apetece gritar, echarme a llorar, romper lo que pase por mis manos, romper las normas, hacer lo que me apetece, pasar de todo... Pero no, no puedo. La norma marcada me lo impide. Intento acabar con ella, romper lo establecido, salir de una vez de esta prisión, construída con barrotes de ideas incapaces de sostenerse sobre sí mismas y grilletes de inseguridades.

Así que sólo queda esperar un tiempo, quizás años, a que consiga deshacerme de esa desafortunada norma.



...o quizás nunca la cambie, quién sabe.

~ Frente al mar

 
Y me senté ahí, frente al mar. Sólo quería ver cómo estallaban aquellos kilos de pólvora con los que un artista había sabido jugar.

Aquellos estallidos de luz en mitad del cielo negro de la noche conseguían remover algo en mí, y sus reflejos en el mar me hacían moverme como la brisa y las olas hacía con el agua, pero todo ello sin que un solo músculo se moviese.
Vibraba por dentro, pero mi gesto era inmutable...



Supongo que fue por cómo era el momento, y cómo había esperado que fuese...

~ Shh...

Si estás hablando, deja un segundo la conversación.
Si tienes la música de fondo, párala un momento.
Si la televisión sigue emitiendo a tu lado, quítale el sonido.

Deja todo eso un segundo, y presta atención...

















































¿No es bonito el silencio?

~ Libertad

Hoy atendiendo a que aún no he dormido, o ayer si valoramos el que sean ya más de medianoche, han mostrado en Antena3 la primera parte de la película dedicada a las 48h del secuestro de Miguel Ángel Blanco.

(Pinchad aquí, pero abridlo en otra ventana ;) )

Hace ya de aquello 11 años, yo no era más que una nena, una pequeñina, pero me acuerdo de muchas cosas de aquellos días. Aquel 10 de Julio de 1997 estábamos, como siempre, veraneando en mi chalet. Cuando anunciaron lo sucedido, posiblemente en un avance informativo, supongo que estaría en la piscina, como cualquier día a aquellas horas, que salía del baño ya casi de noche, allá sobre las nueve de la noche, cuando mis padres llegaban de trabajar. Pero cuando comentaron la noticia, yo no entendía nada, pero sabía que estaba pasando algo malo, a un chico, pero era demasiado raro todo aquello: ¿por qué?, ¿qué había hecho?

Y aunque no entendía nada, yo estaba también preocupada, sin entender por que, pero lo estaba. Recuerdo que durante las comidas, todo estaba más tranquilo de lo normal, que a cada rato, cuando yo estaba viendo la televisión, se acercaban al salón a preguntarme si habían dicho algo de aquel chico, recuerdo que pasados dos días así, mi familia lloraba... ¡si no conocían a aquel chico! Pero lloraban, y menudos lagrimones.
Sólo sé que aunque en aquellos momentos no entendí nada de todo aquello, durante días canté aquello de
Libertad, libertad,
sin ira libertad;
guárdate tu miedo y tu ira
porque hay libertad,
sin ira libertad,
y si no la hay sin duda la habrá.


Desde aquí, un pequeño recuerdo a aquel chico con duende que consiguió unir a todo un país, tener un mismo objetivo, un mismo deseo, una misma voluntad, y nos hizo gritar a todos
-¡Libertad!

2.7.08

~ Y pensar...

A veces me planteo qué es lo oportuno en cada momento. El problema radica en que me lo planteo siempre después que he tomado la decisión... No sé por qué siempre lo hago así, y no al revés.

Ojalá muchas veces, miles de veces, dedicase el tiempo necesario a plantearme las cosas como toca. A algunas cosas, les dedico más tiempo del que toca, consiguiendo así perder oportunidades, darle tantas vueltas como para terminar venciendo mis impulsos para arrepentire después; en cambio, lo que debería pensar dos, tres, cuatro o cinco, lo pienso una, y con suerte.
Supongo que estas son las cosas que tiene mi edad, la juventud, la falta de experiencia, la inseguridad, o quizás la falta de madurez... ¿O no? Realmente, creo que de todas ellas me quedaría con la falta de experiencia, el no haber tenido suficientes vivencias, o que no he visto suficientes cosas que me puedan ayudar; al fin y al cabo, siempre he oído decir que la experiencia es un grado y que más sabe el diablo por viejo que por diablo.


Algún día aprenderé a dosificarme, ¿no?

~ ¿Las Crónicas de Narnia?? Sí, gracias

Y no todo aquí va a ser hablar de manera metafórica, figurada y rebuscada... también en mi vida, como en la de todos, las cosas a priori más sencillas, más banales, tienen valor. Es más, tienen mucho valor (¡y según el momento, ¡incluso más aún!).

¿A caso la vida de cualquier mortal, de algún mortal, se reduce a cuentos de amor y desamor?,
¿a princesas dichosas y princesas desdichadas?,
¿a paseos conmovedores y reconfortantes y otros solitarios y repletos de tristes divagaciones?,
¿a demás parafernalia salida de una mente a veces segura, muchas insegura, a veces feliz frente a otras que parece sumida en un abismo oscuro como la noche?

-No, señores, no.

__________

Hoy, sin más preámbulos, voy a hablar de cine. Sí, de cine, tal como suena. En realidad, no trataré de él a grandes rasgos, ni hablaré de su historia, ni de lo que supone o implica, ni utilizaré un tono crítico, ni mucho menos... Al fin y al cabo, ni soy ni pretendo ser (o aparentar ser) una experta cinéfila.
Tan sólo voy a hablar de qué me gusta del cine, o quién me gusta, lo que me gusta o lo que me hace vibrar... Hoy hablaré de algo muy particular; en próximas ediciones, ya se verá...

El tema que voy a tratar me vino ayer noche a la mente por una conversación que tuvo lugar ya bien entrada la noche:

Laia Álvarez dice:
¡quiero ver las Crónicas de Narnia!!
Interlocutor de agradable conversación dice:
eso es una caca
Laia Álvarez dice:
creo que mejor que ahora, mañana te explico por qué me gusta...

Así que aquí estoy, dispuesta a explicaros, y en especial al interlocutor de agradable conversación, por qué quiero ver Las Crónicas de Narnia.


Sin más dilación, introducción o preámbulo, os diré qué me vuelve loca. Un día, estaba en casa de mi prima, cuidando de sus hijos mientras ella, junto con su marido, se había ido de cena con más amigos. A la hora pertinente, mandé a los niños a dormir. Y empecé a ver qué hacían en la tele, principalmente, en el satélite, que hay más variedad (y mejor programación que los programas del corazón de los sábados por la noche de la televisión nacional).
No había nada interesante, y empezaba Las Crónicas de Narnia en ese momento, así que... me puse a verla, no había nada mejor.

Al principio parecía que no estaba mal... luego estaba yo como loca en el sofá con las escenas que sabía que iban a tener lugar. ¿Por qué? Pues porque las batallas, el cine épico, me encanta. Para mí es lo de lo mejor que puedo ver, me apasiona.


Dos ejércitos, uno frente a otro, formando sus filas.
El capitán animando, dando valor a los suyos con los discursos previos al enfrentamiento, paro ya en el campo de batalla.
Esa distancia mínima pero suficiente entre ambos, ya se ven unos a otros, y llenan ese espacio de odio, ira, amor propio, dignidad, lealtad y mil sentimientos, todos diferentes y todos válidos.

Y justo en el momento indicado, ni antes ni después, ambos salen al encuentro, a la carrera. Unos cabalgando nobles corceles, otros sobre sus pies, algunos en la retaguardia cargando catapultas... Lanzas, espadas, arcos y flechas, escudos.
Es entonces, cuando ves cómo se van acercando, poco a poco, hasta que ambos ejércitos se chocan, se cruzan, sobreviviendo unos, malheridos otros; los menos afortunados, yacen en el suelo. La escenas se van alternando, mostrando diferentes imágenes a cada momento; así hasta que de un modo o de otro, la batalla termina.

Algunas veces, cae el enemigo, sin más, otras parece que aquellos que luchan por el bien, al luz, la libertad, están a punto de quedar sometidos ante las tropas enemigas, pero llegan entonces los aliados, aquellos que no pudieron estar en el lugar a tiempo, y logran así ayudarles y acabar con quienes habían estado a punto de alzarse con la victoria... Otras veces, nunca ocurre esto, y los buenos son los que pierden...



Y es por eso por lo que me gusta Las Crónicas de Narnia, igual que me gustan casi todas las películas de batallas épicas (o bélicas, sí, también me gustan)... Me da igual que sean de fantasía, como El Señor de los Anillos, o pertenecientes a los clásicos griegos, como es el caso de la película de Troya... Si hay una batalla de esas que te hacen levantarte de tu sitio, sea en el cine, en casa, o en casa de tu prima, sobra...


1.7.08

~ Le pedí que se marchase, que me dejase en paz...

y me lo dejó claro... Del todo claro.

Y cuado no me esperas, aparezco. Aparezco sin que me veas llegar, y cuando más despistada estás, me aferro a ti. Lo tengo claro: seguiré apareciendo junto a ti hoy, igual que lo hice ayer, e igual que lo haré mañana.

Porque sí, porque adoro esas sensaciones.


Llego y noto como tu corazón late en tu pecho, como si a penas cupiese en el espacio que tiene ahí dentro y tratase de escapar, de hacerse hueco ejerciendo presión sobre él. Del mismo modo, noto cómo se acelera, cómo, aunque en el fondo no palpite ni más rápido ni más lento, tú lo notas descontrolado. Y no sabes que hacer para calmarlo, para que vuelva a estar como antes de mi llegada.

Llego y noto como se entrecorta tu respiración, cómo se convierte en algo irregular, y cómo, aunque insperes y expires, notas que te falta el aire, que no llega a tus pulmones, que te falta el oxígeno, que no sirve de nada que hagas esos esfuerzos. Y sigues tratando de conseguirlo, acelerando tu respiración, pero eso no sirve de nada, hasta que no respires pausadamente, no lo lograrás...
Y no sabes que hacer para decelerarlo, para que vuelva a estar como antes de mi llegada.

Llego y noto cómo te tornas intranquila; me fijo entonces en tus ojos, expresivos, como siempre, preocupados como tan sólo lo están cuando te abrazo fuerte y firmemente. Noto tus nervios, como si tratasen de contener un depósito de adrenalina que trata de escapar. Noto tus ganas de gritar, de correr, de llorar, de reír, de sentirte liberada...

Y es todo eso lo que me gusta, lo que sólo yo puedo conseguir en ti. Por eso sé que no me iré, y que una vez consigas deshacerte de mí, me esconderé en las sombras del siguiente chaflán, esperando tu llegada.


Esta ansiedad me va a volver loca con su pequeña obsesión... ¡Me trae de cabeza!, y no hay manera de conseguir que se vaya; no se rinde ante ningún tipo de chantaje, y me aborda cuando estoy sola, en mitad de la calle o en mi casa, sin miramientos. Veremos si termina aceptando que no quiero nada con ella, que no me gusta, que no me va su forma de ser... y si no lo acepta, tendré que hacérselo entender, digamos, con otros métodos que me puedan defender.

~ Todas las princesas despiertan

Porque os digo...
...¡alerta!


¿Y si soy esa niña perdida?






(sí, hay un vínculo, no es sólo esto la entrada)

~ Más cuentos

Hay días en los que las situaciones, las conversaciones, las palabras cruzadas, las no dichas, las que sabes que no te han dicho pero estaban ahí, las que querrías haber oído aún sabiendo que nunca las vas a oír... Todas ellas te hacen explotar.

Y es que el amor, ¡dichoso amor!, siempre está ahí haciendo de las suyas. Sólo que cuando el amor es un amor no correspondido, o un amor imposible, o un amor platónico, o un amor roto por distancias insalvables, te rompe, te sorprendes recogiendo los trozos de lo que eras, tratando de unirlos nuevamente como un puzzle imposible con piezas perdidas.



Hoy he roto a llorar, pues todo eso se ha dado hoy. Tras una conversación, he roto a llorar. Sin exagerar lo más mínimo, veía mis lágrimas caer al suelo, otras estrellarse contra mis piernas, sujetas entre mis brazos... Y cuando he tratado de moverme, de ponerme en pie para ir a mi habitación, temblaba, y a penas había dado diez pasos, me he visto en el suelo, en mitad del pasillo, intentando recuperar, a tientas, con mis ojos inundados, esas piezas que se habían roto todavía un poco más.