Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

8.8.08

~ Del latín amicus...

...nace la amistad.
Llevaba tiempo queriendo dedicarle una entrada en estos lares, y hoy ha caído. Sinceramente: no cor que sea de las mejores noches que haya podido tener: las circunstancias y los acontecimientos van dándole forma a cada uno de nuestros días (dando a su vez forma a nuestra vida, tanto a corto como a largo plazo). Y como decía, hoy parece que se ha torcido de alguna manera el día, pudiendo ahora escribir acerca de sensaciones y sentimientos poco gratos y atractivos, y para hacerlo de este modo, como ya dos entradas anteriores versan sobre algo así, pues he preferido dedicárselo a algo que hoy también a cobrado un papel más que importante, diría yo, en este día tan... ¿diferente?

Y eso tan importante, como bien reza el inicio de este texto, es la amistad. Pero la de verdad, esa en la que no es palabrería aquel mítico "Para lo que necesites, cuando lo necesites, ¡en serio!", sino que esto es algo que cada día, con cualquier pequeño gesto, te va quedando claro y se va reafirmando por sí mismo.
Con este tipo de amigos no es necesario tener una relación en la que los veas todos los días, ni a todas horas, ni casi parecer siameses; en absoluto. En este tipo de amistades, puede pasar un año sin que haya habido relación por una u otra cosa, que tras el reencuentro todo sigue como si o hubiese pasado más que un día desde la última vez.


Pero tampoco querría hablar de la distancia, ni de nada parecido. Sólo quería hacer un pequeño guiño con estas palabras a esas personas que cuentan contigo para lo bueno y para lo malo, que llamas en mitad de la noche y se pasan el tiempo que toque al otro lado del hilo tratando de animarte, que te ven y no hace falta decirles cómo estás, porque lo saben mirándote, sin más. Esas personas que saben lo que vas a decir, y aún así te dejan hablar y hablar para que les repitas lo mismo una y otra vez, que te dicen las cosas como creen que son por mucho que te pueda doler, que cuando pasas por un mal momento están ahí. Esos pequeños locos que te llevan de borrachera si es lo que en ese momento toca, que te acompañan en las locuras que se te pasan por la cabeza, que te llaman a las 3 de la mañana en mitad de un concierto cuando tú estás en tu casa...
Joder, son ellos, son los que hacen dulces los momentos amargos, y los que ponen la guinda en los buenos.
A las duras y las maduras, como se suele decir.

Hoy brindo por mis amigos.
Sin más.

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