Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

23.8.08

~ Día gris

Sonreía a la la luz del sol, y cuando mi sonrisa se iba apagando el sol se escondía tras las nubes.
Ahora ya es de noche, pero a penas ha habido diferencia entre la luz que llegaba al atardecer y la que hay ahora. El cielo lleva encapotado ya largas horas, como mi ánimo. Durante la mañana he estado durmiendo, y al levantarme me he puesto a leer, pero conforme ha ido entrando la tarde, y me he ido cansando de forzar la sonrisa en mi cara al tiempo que los recuerdos y los sentimientos venían a mi cabeza, a mi corazón y a todo mi ser...



Anoche te vi. Cuando llegué a casa y me eché a dormir, te vi. Cuando mi consciente pasó a un segundo plano y esa otra parte del todo incontrolable de mi mente acaparó el papel protagonista, te vi. Anoche soñé contigo, te vi.

Estábamos el uno junto al otro, pero no estábamos juntos. Llevábamos horas hablando, y entonces pasaste tu brazo sobre mis hombros, tirando de mí hacia ti, y apoyé mi cabeza en tu pecho. Al principio, tanto a ti como a mí, nos resultaba raro aquello; ya no estábamos juntos, a fin de cuentas. Pero no nos preocupamos por esa sensación, porque era eso lo que queríamos. Continuamos el paseo que estábamos dando, sin pararnos un solo momento ante aquello, siguiendo con lo que estábamos.
Fue entonces, con un pequeño gesto que hizo que nuestras cabezas se apoyasen la una contra la otra, cuando me besaste. En un primer momento, me quedé parada, no me lo esperaba, no me esperaba nada de todo aquello, pero en cuanto supe lo que estaba pasando, pese a que no me lo creyera, te lo devolví.
A los pocos segundos te separaste de mí, e hiciste un gesto que me sorprendió, que no sabía como interpretar...

Y en ese momento desperté. No supe ni sabré qué quiso significar aquel gesto, si querías continuar con todo aquello o si no querías volver a tener nada más; sólo sé que desperté y yo estaba allí, sola. Te busqué durante dos o tres segundos en la habitación oscura en la que dormía hasta ese momento; cuando me di cuenta que no te iba a encontrar, que todo había sido un sueño, cerré los ojos para tratar de borrarte de mi pensamiento.



Odio no poder controlar mis sueños, odio que afecten a mi vida, y odio que el día se torne tan gris como hoy.

No hay comentarios: