Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

22.9.08

~ Mirad, mirad

Este artículo de prensa lo leí hace ya un tiempo, y hoy, mirando entre los mil documentos inútiles que guardo en el ordenador, haciendo limpieza, lo he reencontrado, y me ha parecido que era digno de ver, así que aquí os lo dejo, para quien quiera echarle un vistazo:
Mirad, mirad
Qué suerte tenéis, malditos. No tenéis la regla, no tenéis que parir, no os hace falta depilaros, mandáis más, ganáis más, con ayudar un poquito en casa os sobra y ya no tenéis ni que hacer la mili que era el último consuelo que teníamos las mujeres a la hora de confiar en la existencia de una cierta justicia cósmica en el reparto de sexos. Es verdad que soléis moriros antes que nosotras, pero eso parece que se va acabando conforme las mujeres nos empeñamos en seguiros los pasos intentando ascender en el trabajo pero sin descuidar el cambio de pañales y el lavado de las cortinas. Y ahora, encima, se descubre que tenéis la posibilidad de vivir más con una sencilla receta: mirar nuestros pechos.
Según un estudio que circula últimamente por Internet, observar detenidamente los pechos de una mujer unos minutos al día reduce el riesgo de ataques y paros cardíacos a la mitad, es tan saludable como media hora en el gimnasio y reduce la presión sanguínea lo que supone menor cantidad de enfermedades cardíacas y pulsos más lentos. Tanto es así que, aseguran, si se hace con regularidad, un hombre promedio puede alargar su vida de cuatro a cinco años. Todas estas maravillas se deben a que la excitación sexual hace que el corazón se acelere y mejore la circulación de la sangre. La panacea. Así que no es raro que se os vayan los ojos detrás de un buen escote ya que al parecer en ello os va la vida aunque hasta ahora no lo supierais. Pero ¿de verdad por mirar un ratito un pecho os ponéis tan tontos? Yo creía que en el proceso de la excitación sexual influían muchas otras cosas, no sé, la atracción mutua, las miradas a los ojos, el erotismo, el ambiente... Y se ve que no. La cosa sigue siendo de lo más primaria. Lo malo es que cargáis sobre nuestras espaldas la responsabilidad de vuestra supervivencia. Porque, a ver: ¿Qué le dice una a partir de ahora a un hombre que intente echar una miradita...? ¿Vete y muérete? Vaya cargo de conciencia. Todas tenemos amigos y compañeros de trabajo que no tienen pareja y por tanto lo tienen más crudo a la hora de dedicar sus minutitos al día a la contemplación detenida de unos pechos. ¿Los vamos a condenar a una vida corta metiéndoles un guantazo cuando se nos queden mirando el arranque del sujetador? Además, así igual no vale, y no es cuestión de que por muy amigo que sea uno vayamos a desnudarnos para darle su dosis diaria de observación. Algo debería decir en esto Sanidad aunque no me imagino al nuevo ministro, por muy progre que sea, contratando a chicas que se paseen por ahí en cueros para garantizar la longevidad de los españoles. Otra posibilidad son las playas pero haría falta una campaña de concienciación para que aceptemos de buen grado que un moscón se nos siente al lado a mirarnos los pechos fijamente por mucho que nos diga que, si no, se muere. En cualquier caso, para eso están las pelis subidas de tono y ahí os podéis embobar todo lo que queráis, o como sucedáneo, los viejos calendarios de chicas en cueros que deberían volver, no sólo a los talleres mecánicos donde han reinado toda la vida, sino a cualquier oficina, fábrica o comercio, por muy respetable que sea, en beneficio de la conservación de la especie.
No hay problema sin solución. Pero ¿y nosotras? El estudio no apunta nada de cómo lo hacemos para ganarnos los cuatro o cinco añitos extra. ¿Dónde tenemos que mirar? Deberían aclarárnoslo porque es importante. Dicen por ahí que las mujeres a la hora de valorar el físico de un hombre nos fijamos en los ojos, en la altura, en el tipo, en la sonrisa... y en el culo. Dado que esto último es lo más carnal, igual es aquí donde debemos pararnos a mirar un ratito cada día.
Lo malo de esto es que, a priori, plantarnos delante de un culo y observarlo detenidamente durante cinco minutos al día no creo que nos sirviera para reducir nuestra presión sanguínea, francamente. Así que lo mejor va a ser convencer al jefe para que el novio de Ana Obregón se encargue de reponer la máquina de Coca Cola del periódico tal como Dios lo trajo al mundo. No sé si de esta forma nos moriríamos más tarde, pero hasta entonces...
Isabel Vicente, Diario Información, Miércoles 08 de agosto de 2007

En la universidad también nos podrían poner un par de esos, creo yo...

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