Aquí es donde Laia Álvarez deja sus pensamientos, pequeñas reflexiones, canciones que le tocan la fibra sensible... Cosas, en definitiva, que le rondan la cabeza y el corazón. No obstante, este pretende ser un espacio compartido, donde el lector pueda tener también un pequeño espacio donde dejar cuanto quiera dejar.


Empezamos en 3... 2... 1... ¡Ya!

19.8.10

~ 21 gramos

Sé que mis ojos permanecen abiertos, pero ante ellos en realidad no se dibuja más que el abismo. La oscuridad ha comenzado a inundarlo todo, la negrura se apodera de cada rincón que hasta hace unos instantes estaba lleno de color, de imágenes.


Todo ha sucedido muy rápido.


Había salido de casa, con el coche. Ya estaba llegando, me esperaba Tomás a dos calles... pero no le llegué a recoger.

Veía una luz verde. El semáforo, sí, estaba verde, así que pasé, como es lógico, y a partir de ahí...
A penas había pasado el semáforo y una luz me cegó. Recuerdo girarme hacia mi izquierda, de donde venía aquella luz, y no ver nada más que un destello. Chirriaba algo, y el ruido se hacía más intenso. Yo no reaccioné, es lo único que tengo claro. Luego, llegó un estruendo, un ruido fuerte, un golpe, chatarra, cristales rotos que iban cayendo al suelo...
Perdí la consciencia de cuanto me rodeaba por unos instantes.

No sé el tiempo que habría pasado cuando entreabrí los ojos. Intuía formas a mi alrededor, oía voces, susurros, gritos... Oía mi nombre, y noté que alguien me cogía las manos mientras me acariciaba. 'Aguanta, Sonia, aguanta un poco más... sólo un poco más, que ya llegan'. Oía acercarse sirenas. Debía de ser por mí, me encontraba muy mal en realidad. 'Venga cariño, vamos, que no puedes rendirte ahora, tú puedes'. Era Tomás, trataba de darme fuerzas. Noté cómo algo me invitaba a cerrar los ojos. Estaba cansada, sí. Intuía que algo fallaba, y saqué fuerzas de donde no había. Le pedí un beso. A penas alcancé a sentir sus labios. Él temblaba, y tenía los labios húmedos, pero noté que ponía todo su corazón en aquel beso. Noté que me caía una lágrima, y aún no alcanzo a entender cómo pude sentirla sobre mi piel, cuando a penas era consciente de mí misma. Se oían las sirenas muy cerca, debían de estar casi a mi lado. Cada vez era más fuerte aquella sensación de vacío que tenía. Lo intenté otra vez, sacar fuerzas para él. 'Te quiero'. Fue cuanto pude decir. Y le sonreí. Oía a gente justo a mi lado. Debían de ser los médicos. Oí a Tomás romper a llorar mientras me atendían. Pero yo ya sabía que no había nada que hacer. Él, pese a todo, no soltaba mi mano. Creo que intentaron separarle, pero se negaba. Los sonidos que me rodeaban se iban apagando. Tardé tan sólo unos segundos en comenzar a ver imágenes rodeándome. Algunos de los mejores momentos de mi vida, sin duda. Y a partir de ahí... oscuridad. Y silencio



Ahora me siento ligera, casi flotar. No he desaparecido. Queda lo suficiente de mí. Poco más de veinte gramos, que sobran para albergar lo que con la vida he conseguido llegar a ser.
Veo una luz. Y oigo voces... que creo reconocer. Sé que he de ir hacia allá, y siento que algo bueno me espera. Siempre he seguido mis impulsos, mi intuición, y esta vez no va a ser menos.

1 comentario:

Vértigo dijo...

me ha gustado. me alegra que sigas escribiendo.