...y te vi. Llevaba ya unos días sin querer nada más que eso: verte.
Entramos en aquel bar, con su ambiente particular.
Su música de siempre, su luz tenue habitual y esos focos alternativos iluminando a quienes allí nos encontrábamos.
Me miraste. No sé si una vez, dos o mil, pero miraste cuando te miré. Al cabo de un rato, te acercaste y me susurraste al oído aquello que yo me moría por oír.
No recuerdo que pensé, ni que dije, ni cómo pasó. Sólo recuerdo que momentos después tus labios se fundían con los míos, tal como había soñado una, dos o mil veces antes.
Entramos en aquel bar, con su ambiente particular.
Su música de siempre, su luz tenue habitual y esos focos alternativos iluminando a quienes allí nos encontrábamos.
Me miraste. No sé si una vez, dos o mil, pero miraste cuando te miré. Al cabo de un rato, te acercaste y me susurraste al oído aquello que yo me moría por oír.
No recuerdo que pensé, ni que dije, ni cómo pasó. Sólo recuerdo que momentos después tus labios se fundían con los míos, tal como había soñado una, dos o mil veces antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario