El sol juguetea con la paleta de colores que tiene en sus manos que van
inundando a lo largo del día el paisaje... Pero si de entre ellos, hay
unos que prefiero, son sin duda alguna los que nos ofrece en su
despedida, cuando todo queda sumido en los colores del fuego.
No hace falta huir de las llamas, ni apagarlas, pues no hay llama alguna. Tan sólo es el sol, que dando pinceladas de los más cálidos colores va pintando el cielo.
Y es que yo quiero un sol, para mí, para que cada día, al despedirse, llene mi corazón de la calidez y el sentimiento con que pinta el cielo.
No hace falta huir de las llamas, ni apagarlas, pues no hay llama alguna. Tan sólo es el sol, que dando pinceladas de los más cálidos colores va pintando el cielo.
Y es que yo quiero un sol, para mí, para que cada día, al despedirse, llene mi corazón de la calidez y el sentimiento con que pinta el cielo.
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